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domingo, 17 de abril de 2011

Madonna con santos y Federico de Montefeltro como donante - Montefeltro Altarpiece - Piero Della Francesca

Pinacoteca de Brera

Piero Della Francesca
Composición que, en términos absolutos, ha de considerarse entre las piezas capitales de la pintura de todos los tiempos. En la composición juegan dos elementos fundamentales que el artista ha unido de forma indisoluble; el espacio arquitectónico y las figuras. La Virgen, con el Niño dormido en sus rodillas, ora acompañada por cuatro ángeles y seis santos; en primer término, arrodillado, Federico de Montefeltro vestido con armadura. Los personajes se caracterizan por un tratamiento monumental y escultórico que produce el engañoso efecto de haber sido conseguido con gran economía de medios pictóricos. El color y las luces se funden en sus carnaciones e indumentaria con una naturalidad pocas veces igualada. La materia cobra en este cuadro todos sus valores lumínicos y corpóreos. La armadura del duque de Urbino constituye un motivo para la plasmación de las vibraciones metálicas, la efigie del personaje ha sido tratada de perfil, para ocultar la falta del ojo derecho perdido en un torneo. Ante él se hallan los guanteletes y el casco. Esta pieza de la armadura y las manos de Federico de Montefeltro no fueron pintadas por el artista sino, probablemente, por Pedro Berruguete, quien en las fechas de ejecución de la obra se hallaba en la corte de Urbino.
El interés de esta Madonna se reparte entre los personajes y el escenario arquitectónico, un tempietto de planta central, sin duda provisto de cúpula con lucernario, dada la iluminación del cuadro. Mármoles de diversos colores revisten sus paramentos, mientras que la bóveda y los arcos están decorados con casetones que albergan rosetas. La estructura absidal del fondo se halla coronada por una pechina, cuyas bellas proporciones son subrayadas por el efecto de luz y sombra. Piero Della Francesca dedicó una especial importancia a la traducción del espacio interior de este edificio, como lo demuestra por si solo el hecho de que las figuras ocupen menos de la mitad de la altura total del cuadro. La transfiguración metafísica de la arquitectura va acompañada por elementos de carácter simbólico, como la higa que aparece en torno al cuello del Niño o el huevo que cuelga del vértice de la pechina, cuyo pleno significado se nos escapa.

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